M2,
UF3; Actividad 6: la profesora que quiero ser.
Nos
piden que describamos el prototipo de profesor/a que nos gustaría
ser, anotando las funciones que desarrollaríamos en nuestro papel
como profesor/a.
Nos
piden también que reflexionemos sobre si, en nuestra experiencia
como aprendientes de lenguas extranjeras, creemos que se ha dado
realmente esa evolución en los papeles de nuestros profesores y en
el de nosotros mismos como alumnos.
En
cuanto a la primera cuestión, me gustaría ser una profesora capaz
sobretodo de motivar a mis alumnos y ayudar a éstos sacar el máximo
rendimiento de su potencial (ser una “adivina de potencial”, como
señalan Breen y Candlin, 1980). Me gustaría ser capaz de fomentar
el uso las estrategias más adecuadas por parte de los alumnos y
contribuir a que éstos se hicieran autónomos y responsables de su
proceso de aprendizaje, actuando como guía u orientadora.
Desearía
que en mis clases todos los alumnos, especialmente aquellos más
introvertidos, se sintieran cómodos, participaran activamente en la
clase, y se expresasen en la lengua meta sin cortapisas, es decir,
sin miedo a equivocarse, ya que de los errores se aprende. Crear un
ambiente de equipo o de grupo, y que hubiera una buena interacción
entre los alumnos, y entre estos y la profesora.
Todo
ello no es una tarea fácil, requiere un trabajo de fondo constante
por parte del profesor, e intervienen muchos factores o
circunstancias de los cuales el profesor tiene que ser consciente:
capacidad de los alumnos, contexto social, nacionalidad y lengua de
origen de cada uno de ellos. No es lo mismo dar clases a inmigrantes
que a chicos de Erasmus, a gente de la misma nacionalidad o de
diferentes, etc.
Las
funciones que intentaría desarrollar son las siguientes, de entre
las destacadas por el profesor E. Martín Peris (1998):
- Analizar las necesidades subjetivas de los alumnos, sus intereses y características individuales.
- Crear ocasiones de aprendizaje, mediante la apropiada selección de actividades.
- Motivar a los alumnos para la tarea mediante la adecuación de las actividades seleccionadas al mundo de intereses y experiencias de los alumnos.
- Investigar en la acción: observar e investigar el desarrollo de la clase.
- Planificación de las clases pero dejar espacios abiertos a la improvisación cuando sea interesante hacerlo, para aprovechar otras oportunidades de aprendizaje que se salgan de lo planificado.
- Evaluación constante del proceso de aprendizaje.
También
me gustaría seguir formándome como profesora a lo largo de mi
carrera, y ser capaz de enriquecerme a través de las aportaciones de
los alumnos. A través del análisis de su proceso de aprendizaje,
introducir mejoras o cambios y corregir mis errores como enseñante.
En
cuanto a la reflexión sobre si, en mi experiencia como aprendiente
de lenguas extranjeras, se ha dado realmente esa evolución en los
papeles de mis profesores y en el mío como alumna, creo que ha
habido un cambio sustancial entre el modo de enseñar y aprender que
se aplicaba hace 20 años y ahora. Recuerdo que en mis clases de EGB,
los alumnos no hablábamos en clase, no nos expresábamos en la
lengua meta, supongo que no solo debido al sistema de enseñanza,
sino también al número de alumnos que éramos en clase, el cual no
permitía hacer clases participativas. Nos limitábamos a escuchar
las explicaciones del profesor, a hacer y corregir los ejercicios
escritos y de vez en cuando, escuchar alguna canción en la LE.
Tampoco en las clases recibidas en academias de lenguas extranjeras
los alumnos participaban tanto en clase como ahora. El profesor tenía
un papel mucho más activo que los alumnos, que solíamos tener una
actitud pasiva, siendo simples receptores de sus explicaciones. Hoy
en día, mi papel como alumna se ha tornado más “protagonista”,
más activo, los alumnos hablamos más en clase, participamos
activamente en las actividades, y realizamos actividades que ofrecen
la oportunidad de comunicarnos entre nosotros y con el profesor/a.
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